lunedì 11 aprile 2011

Apocalypse Now

Apago el ordenador y salgo de la oficina.

Llego a mi casa, vuelvo a encender mi ordenador, quiero comprobar si, durante el trayecto, los de la empresa a la que escribí esta mañana, me han contestado.

Mientras tanto hago un brain storming que me pueda ayudar en escribir algo sobre la cultura digital, mundo virtual, nuevas tecnologías. Pero me equivoqué. No sirve hacer una nube de palabras mentales. Es la misma red la que me inspira de repente.

Al entrar en la página principal donde está registrado mi correo electrónico, me doy cuenta de que el Apocalipsis tiene fecha, la misma fecha de la caida del muro de Berlín. De hecho resulta que a las 00.28 del 9 de noviembre un asteriode de más de 400 metros pasará por el espacio entre la Tierra y la Luna. El pánico. Quiero profundizar este estraordinaria y sensacional noticia que hace 20 minutos no estaba, pero por error pincho en el link de la noticia que confina con el asteroide y acabo viendo unas imágenes bastante desagradables sobre los piés más feos de las estrellas de Hollywood.

Esa es la red.

Una saturación contínua de informaciones, de noticias, de acontecimientos.

Un vertigo incontrolable de recepciones y de estímolos.

La noticias de la Apocalipsis hace solamente unos años, sin ordenadores ni móviles ultra tecnológicos, nos habría hundido en un vortigo de miedos y de terror, pero al mismo tiempo nos habría empujado a profundizar sobre el tema.

Habríamos ententado averiguar la vericidad de la información, la fuente, la repercusión. Pero ya no. La red nos ha convertido en receptores acostumbrados a pasar de el Apocalipsis a los piés feos sin el mínimo esfuerzo ni la más remota sorpresa.

La revolución tecnológica que estamos viviendo es peligrosa por su superficialidad.

Es inútil subrayar cosas que ya hemos asimilado y en las que estamos todos de acuerdo, la tecnología nos ha semplificado la vida, nos ha acercado al resto del mundo, ha permitido el acceso a servicios, bienes, culturas las que de otra forma no habríamos accedido jamás, ha eliminado el tiempo y la distancia, etc, pero por otro lado no hay que infravalorar otro aspecto muy importante.

La saturación y la superficialidad de sus contenidos no son carácteristicas tan inofensivas ni inocuas.

La realidad virtual de hecho está tomando una fuerza tal que supera la realidad verdadera.

Jovenes se crean identidades virtuales e interactuan en esa realidad ficticia con mucha más desenvoltura y dedicación que en la realidad.

Adolescentes prefieren las relacionarse con los coetáneos en la chat, en Facebook o en Tuenti antes que en un enfrentamiento cara a cara.

Enteros países luchan en el nombre de algo que desgraciadamente no conocen, y que sólo han podido vivir en una realidad que no era la suya, sino la virtual.

Dictaturas se desintegran gracias a la fuerza de la tecnología (porque es cierto que estas revoluciones en los países árabes no hubieran exisitido sin Internet y sin su fuerza mediática). Cual será la consecuencia de todo eso?

No estoy cuestionando el resultado, cuestiono el proceso que ha llevado al resultado, y cuestiono su repercusión y sus consecuencias.

Las acciones condicionadas por el espacio virtual son acciones impactantes, sin duda, pero faltan de apoyo, faltan de estabilidad, les falta una base, una sólida estructura, suelen ser fugaces e superficiales, justamente porque nacen de la fugacidad y la superficialidad de la red. Les falta una maturación, un proceso interno, como si fueran el resultado de un difícil problema matemáticos sin que fueran evidentes los procesos internos que llevan a dicho resultado.

No hay ningún plan de impacto, no hay ninguna consecuencia previsible. Son esas mismas pequeñas Apocalipsis cotidianas. No sabremos sus repercusiones hasta que no se hayan estrellado.



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